El ciclo del ser humano está unido al ciclo de la Tierra, siendo necesaria la luz que recibimos del sol para regular nuestro cuerpo: nos despertamos cuando amanece y la aparición del sueño coincide con la caída del sol.
Esto se debe a la influencia de la luz visible (y en especial a la luz azul) en la secreción de la hormona del sueño (Melatonina). La respuesta la proporciona nuestra retina (en concreto, las células ganglionares), que en presencia de luz azul envía al núcleo supraquiasmático la orden de inhibir la producción de esta hormona.
Con la aparición de aparatos eléctricos, estamos recibiendo un exceso de luz que puede provocar desórdenes en nuestro reloj biológico.
Los continuos avances tecnológicos que revolucionan nuestro día a día, como tablets, smartphones, ordenadores y, en general, los dispositivos digitales de pantalla plana, tienen una emisión muy elevada en la zona del espectro visible azul o luz de alta energía (420-500 nm); además, su utilización anormalmente cerca de los ojos hace que la exposición sea mucho más directa, provocando en sus usuarios el llamado «estrés visual digital«.
¿Cómo afecta la luz azul a nuestro sistema visual?
Nuestro ojo no ofrece la misma resolución para todas las longitudes de onda. La fóvea, punto de la retina que proporciona la mayor nitidez y resolución de las imágenes, no tiene receptores capaces de captar la longitud de onda azul. Por tanto, la información la reciben puntos parafoveales de la retina que causan en el cerebro una imagen más difusa.
La respuesta del cristalino para mejorar esta imagen desenfocada es la de acomodar y aumentar su poder dióptrico, fluctuando continuamente y dando como resultado una falsa miopía que produce fatiga visual. Por otro lado, sabemos que la luz que incide en nuestro ojo se dispersa dentro de él (scattering), siendo mayor en la zona azul. La disminución de contraste y borrosidad producida ocasiona en el usuario picor de ojos y cansancio ocular.
La utilización prolongada de dispositivos digitales provoca una disminución de la frecuencia de parpadeo y, por tanto, sequedad ocular.
A estos síntomas se les conoce como «estrés visual digital«, y gracias al nuevo tratamiento Bluecontrol, podemos mitigarlo al controlar la cantidad de luz azul que recibe nuestra retina.