El ojo es particularmente susceptible al estrés oxidativo debido a su alto consumo de oxígeno, alta concentración de ácidos grasos poliinsaturados y elevada exposición a la luz. Todos estos factores pueden desencadenar daño oxidativo e inflamación crónica en los tejidos oculares.
La obesidad, la hipertensión arterial o el colesterol elevado son factores de riesgo de algunas patologías de la visión. Una dieta adecuada, rica en antioxidantes y unos hábitos de vida saludables resultan imprescindibles para promover la salud ocular y retrasar el inicio o la progresión de las enfermedades oculares relacionadas con la edad, que, en muchos casos, pueden llevar a una pérdida de visión incapacitante en nuestro día a día.
Cuando hablamos de alimentación saludable, nos referimos al aporte adecuado de nutrientes para la óptima actividad metabólica de nuestras células. La ingesta de alimentos ricos en vitaminas C, E, A, D, zinc, ácidos grasos omega-3, coenzima Q10 y los carotenoides, luteína y zeaxantina, conocidos antioxidantes y/o antiinflamatorios, favorece nuestra salud ocular, y su consumo regular está asociado con un menor riesgo de padecer DMAE (Degeneración Macular Asociada a la Edad) o cataratas.
Todo esto debe complementarse con un estilo de vida sano, practicando ejercicio físico regularmente, moderando el consumo de alcohol y evitando el tabaco.