1. REDUCCIÓN EN EL TAMAÑO DE LA PUPILA
A medida que envejecemos, los músculos que reaccionan ante la luz y controlan el tamaño de la pupila pierden fuerza. Esto hace que la pupila se vuelva más pequeña y reaccione peor ante los cambios en la iluminación ambiental. Por esta razón, las personas de más de sesenta años necesita tres veces más luz ambiental para leer cómodamente que aquellos que tienen 25 años. Además, las personas maduras tienen más probabilidades de sufrir deslumbramiento cuando salen de estancias con iluminación tenue, como una sala de cine. Las gafas con lentes fotocromáticas y los tratamientos antirreflejantes pueden ayudar a reducir este problema.
2. OJO SECO
Con los años, nuestro cuerpo produce menos lágrimas, después de la menopausia.
3. PERDIDA DE VISION PERIFÉRICA
El envejecimiento causa una pérdida de visión periférica, ya que el tamaño de nuestro campo visual decrece aproximadamente entre uno y tres grados por cada década de la vida. Cuando se llega a los setenta u ochenta años, se puede haber experimentado una pérdida de campo visual periférica de entre 20 y 30 grados.
4. MENOR PERCEPCIÓN DEL COLOR
La sensibilidad de las células en la retina que son responsables de una visión del color normal disminuye a medida que envejecemos, haciendo que los colores se vuelvan menos brillantes y el contraste entre diferentes colores menos perceptible.
5. DESPRENDIMIENTO DE VÍTREO
Con el paso del tiempo, el vítreo, una sustancia gelatinosa que se encuentra en el interior del ojo, empieza a licuarse y separarse de la retina, haciendo que percibamos esas características “moscas volantes” y, en ocasiones, destellos de luz. Este desprendimiento de vítreo, es normalmente inofensivo. Pero estos síntomas pueden indicar también el principio de un desprendimiento de retina, un problema que puede causar ceguera si no se trata inmediatamente.